“La violencia contra las mujeres no es exclusiva de ningún sistema político o económico; se da en todas las sociedades del mundo y sin distinción de posición económica, raza o cultura. Las estructuras de poder de la sociedad que la perpetúan se caracterizan por su profundo arraigo y su intransigencia. En todo el mundo, la violencia o las amenazas impiden a las mujeres ejercitar sus derechos humanos y disfrutar de ellos”.[1]
La agresión contra la mujer se presenta como un fantasma sin Dios ni ley, no distingue entre razas, culturas, edades ni estrato socio-económico, por lo tanto no hay que generalizar cuando hablamos del tema y decir que únicamente en los hogares de estrato bajo se vive esta condición ya que muchos casos en hogares de estrato 5 y 6 se presenta este problema. Es algo que viene de más atrás por muchos factores que pueden ser los causantes.
Estamos encerradas en nuestra propia condición de género, hoy en día es casi que un castigo ser mujer por lo que esto conlleva. Nos encontramos sometidas incluso por la misma historia que se ha encargado de perpetuar junto a los hombres esa “costumbre” de que una buena mujer es aquella que le sirve a su marido. Se le define como un ente que solo debe procrear y satisfacer los deseos sexuales de su pareja, su lugar únicamente esta en el hogar y no contentos con esto se habla de un sexo “débil” y con él se pueden cometer todo tipo de injusticias porque no significa gran cosa. Vuelvo de nuevo al termino de que se nos considera un mueble más del hogar. Sin duda en vez de arrojar este fantasma sin Dios ni ley de nuestras vidas, lo alojamos en ellas, casi que le damos de comer al consentir todo lo que sucede en nuestro alrededor, lo hacemos crecer cada vez que se viola la alteridad erótica, cada vez que nos olvidamos de la ética y actuamos como lo hacen los demás, cada vez que pasamos por alto temas como: La violación como arma de guerra, la trata de blancas, tradiciones culturales que signifiquen una falta contra la dignidad femenina (ablación del clítoris, el islamismo, etc.), entre otros.
Ese fantasma se pasea libremente por todo el mundo, y muchos le dan la bienvenida. Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver, convertimos algo real (la vivencia de este problema a diario) en algo ilusorio (el fantasma de la agresión) cuando ignoramos que en verdad está sucediendo. Se volvió algo común (en verdad no lo es, pero se encargaron de volverlo así, al menos para algunos) en la sociedad, que es un hecho lamentable.
mafeabnu
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